¿Bajar la potencia contratada hace saltar los plomos con aire acondicionado y cocina?
02 Oct

Una de las dudas más comunes entre los usuarios residenciales y pequeños negocios es si merece la pena bajar la potencia eléctrica contratada para ahorrar en la factura, y qué consecuencias podría tener. En particular, preocupa saber si con una potencia más baja “saltarán los plomos” (es decir, se cortará la luz mediante el ICP) al usar a la vez electrodomésticos de alto consumo como el aire acondicionado y la cocina eléctrica. En este artículo vamos a explicar de forma clara y práctica qué es la potencia contratada y cómo afecta al uso de tus aparatos, por qué se dispara el Interruptor de Control de Potencia (ICP) cuando superamos cierto consumo, y cómo evaluar si puedes reducir la potencia sin provocar cortes de luz. También incluimos ejemplos concretos, una tabla orientativa de consumos de electrodomésticos comunes y recomendaciones para calcular la potencia mínima adecuada, evitar sobrecargas, monitorizar tu consumo en tiempo real y saber en qué casos es mejor mantener o incluso subir la potencia contratada.

¿Qué es la potencia contratada y cómo afecta al uso de tus electrodomésticos?

La potencia eléctrica contratada es el límite máximo de kilovatios (kW) que puedes demandar de la red al mismo tiempo en tu vivienda o local. En otras palabras, determina cuántos aparatos eléctricos puedes tener encendidos simultáneamente sin que salte el limitador. Cada hogar o negocio elige una potencia según sus necesidades, y pagarás un término fijo en la factura en función de esos kW contratados, uses o no uses electricidad en un momento dado. Cuanta más potencia tengas, más aparatos podrás usar a la vez, pero también mayor será el coste fijo mensual en tu recibo. Por el contrario, contratar menos potencia reduce la factura (se estima un ahorro de unos 50€ al año por cada kW menos contratado), siempre y cuando esa potencia sea suficiente para tu actividad diaria.

Para la mayoría de hogares típicos, una potencia en el rango de 3,3 a 4,4 kW suele ser suficiente, ya que cubre el uso simultáneo de los electrodomésticos más habituales (iluminación, frigorífico, televisión, algún electrodoméstico mediano, etc.). Contratar potencias muy altas (por ejemplo 8–9 kW) encarece mucho la parte fija de la factura, algo innecesario si no vas a utilizar tantos aparatos a la vez. En cambio, si contratas una potencia demasiado baja, el ICP saltará en cuanto enciendas más equipos de los que ese límite permite. La clave está en ajustar la potencia a tus necesidades reales: ni mucha de sobra (por la que pagarías en vano), ni tan poca que te deje a oscuras cada dos por tres.

¿Por qué saltan los plomos (salta el ICP)?

El ICP (Interruptor de Control de Potencia), coloquialmente llamado “los plomos” o “el automático”, es el dispositivo que desconecta la electricidad cuando excedemos la potencia contratada. Su función es proteger tu instalación y a la red eléctrica de sobrecargas. Antiguamente el ICP era un interruptor físico en el cuadro eléctrico de la vivienda; hoy día viene integrado en los contadores digitales inteligentes, que emulan su funcionamiento de forma electrónica. En ambos casos, el efecto es el mismo: si demandamos más kW de los contratados, el suministro se corta automáticamente.

¿Por qué ocurre esto? Imagina una situación típica: tienes el horno encendido asando un plato mientras funciona el microondas calentando algo, y de repente pones la lavadora o el lavavajillas. De golpe la suma de consumos supera la potencia máxima de tu contrato y… ¡zas! se va la luz. Lo mismo pasaría en verano si enciendes a la vez el aire acondicionado (que consume bastante) y varios fuegos de la cocina vitrocerámica; si la potencia contratada no es suficiente para ambos, saltará el automático. En esencia, el ICP es un limitador: desconecta la corriente al sobrepasar el umbral contratado, evitando daños por sobrecarga.

Ahora bien, no salta de inmediato por una mísera fracción de kW. La normativa contempla cierta tolerancia: por ejemplo, si excedes la potencia en un 5-10% es posible que el corte tarde varios minutos o incluso más de una hora, dependiendo del grado de sobrecarga. En cambio, con un exceso mayor (por ejemplo pedir un 50% más de potencia de la contratada), el ICP actuará en pocos minutos o segundos. Esto significa que pequeños picos momentáneos no siempre provocan un apagón instantáneo, pero un exceso sostenido sí acabará cortando la luz. Por ejemplo, con 4,6 kW contratados podrías llegar a consumir alrededor de 5 kW durante un rato sin que ocurra nada, pero si mantienes esa sobrecarga mucho tiempo o la incrementas, el contador terminará por desconectar el suministro. En resumen: si bajas la potencia contratada, tendrás menos margen antes de que salte el ICP, por lo que deberás ser más cuidadoso con la cantidad de aparatos potentes que usas simultáneamente.

¿Cómo evaluar si puedes bajar la potencia sin que salte el ICP?

Antes de solicitar una bajada de potencia a tu compañía, conviene analizar tus hábitos de consumo para asegurarte de que no te quedarás a oscuras en el día a día. Estos son algunos pasos y consejos para evaluar la viabilidad:

  • Revisa la potencia que ya tienes contratada. Puedes encontrarla en tu factura eléctrica, expresada en kW. Esa es la cifra que marca el límite actual. Piensa si a día de hoy has tenido cortes de luz por sobrepasar esa potencia. Si nunca te ha saltado el ICP y sueles tener bastantes aparatos a la vez, es posible que tengas margen para reducirla. En cambio, si ya te saltaban los plomos ocasionalmente, no deberías bajar más la potencia (incluso podría que necesites subirla).
  • Haz un inventario de tus electrodomésticos y su potencia. Todos los aparatos tienen una placa o manual donde se indica su potencia máxima (en vatios o kW). Anota los más importantes de tu hogar: calefacción eléctrica, aire acondicionado, cocina vitrocerámica/inducción, horno, termo eléctrico (calentador de agua), lavadora, lavavajillas, microondas, nevera, etc. Luego estima cuáles usas a la vez habitualmente. La potencia contratada recomendada debería cubrir la suma de las potencias de esos aparatos que coinciden en tu rutina diaria. Por ejemplo, si sueles cocinar mientras funciona el aire acondicionado y la nevera, suma los kW de la vitrocerámica que usas + el A/A + frigorífico en funcionamiento. Seguramente ese total rondará el valor de potencia que necesitas en ese momento. (No hace falta contar todos los aparatos de la casa a la vez, solo los que razonablemente podrían estar simultáneos en un escenario típico.)
  • Prueba del “ICP” (truco práctico): Una forma sencilla de saber si te sobra potencia contratada es, literalmente, encenderlo todo a la vez para ver si salta el ICP. Enciende luces y electrodomésticos uno tras otro: aire acondicionado, todos los fuegos eléctricos de la cocina, el horno, la lavadora (en marcha), aspirador, secador, etc. Si consigues que ningún aparato haga saltar la luz incluso con casi todo funcionando simultáneamente, es muy probable que tengas más kW de los que realmente usas nunca. Eso indicaría que podrías bajar escalones de potencia sin que afecte a tu día a día. Ojo: realiza esta prueba con precaución y en un momento oportuno (por si realmente te quedas a oscuras). En muchos casos descubrirás que ni siquiera puedes encender tantas cosas juntas porque antes saltará el automático, revelando cuál es tu límite real.
  • Consulta tu consumo máximo histórico. Con los contadores inteligentes actuales, tus datos de consumo horario están registrados. Algunas comercializadoras o distribuidoras ofrecen en sus portales web o apps información sobre la potencia máxima demandada en tu punto de suministro. Si tienes acceso a esa información, mírala: por ejemplo, si en el último año nunca pasaste de 3 kW de pico, quizás puedas reducir tu potencia a 3,45 kW sin problemas. Si no dispones de ese dato fácilmente, la prueba anterior del ICP es una manera casera de intuirlo.

A continuación, para ayudarte en tu evaluación, presentamos una tabla orientativa de potencia (consumo) de varios electrodomésticos habituales. Estos valores aproximados te servirán para sumar cargas y entender qué combinaciones pueden superar cierto umbral de kW:

Electrodoméstico Potencia aprox. (W)
Frigorífico (nevera) 350 – 1000
Microondas 900 – 1500
Cocina eléctrica (vitro/inducción, por fuego) 900 – 2100
Horno eléctrico 1200 – 2300
Lavadora 1500 – 2500 (picos > 3000 W según programa caliente)
Lavavajillas 900 – 2300
Termo eléctrico (agua caliente) 1200 – 2000
Aire acondicionado (split doméstico) 900 – 2000
Calefactor / estufa eléctrica 1000 – 2500
Televisor LED 150 – 400

Nota: Valores orientativos, pueden variar según modelo y eficiencia.

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Como vemos, los electrodomésticos térmicos son los que más energía consumen: aparatos de calor o frío como cocina, horno, termo de agua, aire acondicionado, calefactores, secador de pelo, plancha, etc., todos rondan entre 1 kW y 3 kW cada uno. Por otro lado, equipos electrónicos como televisores, ordenadores o bombillas LED consumen muy poco en comparación (decenas o pocos cientos de vatios). Un frigorífico tiene un consumo moderado pero constante (está enchufado 24h) aunque su motor se enciende y apaga por intervalos. Lavadoras y lavavajillas solo alcanzan las potencias altas en ciertos momentos (cuando calientan el agua, generalmente al inicio del ciclo). Vitrocerámicas y hornos sí consumen su potencia máxima mientras están calentando activamente; luego tienden a regularse. Aire acondicionado también modula su consumo: puede arrancar demandando ~1500-2000 W pero tras un rato bajar a 800-1000 W si la temperatura se estabiliza.

Con esta referencia, puedes identificar los escenarios de consumo simultáneo más “peligrosos” en tu casa. Por ejemplo, usar a la vez el horno (2000 W) y un par de fuegos de la vitrocerámica (1500 W) junto con el aire acondicionado (1500 W) podría sumar en torno a 5.000 W (5 kW) de demanda instantánea. Si solo tienes contratados, digamos, 3,45 kW, claramente sobrepasarías el límite por más de 1,5 kW y el ICP interrumpiría la luz en pocos minutos. Incluso combinaciones más modestas pueden causar un corte: horno + aire acondicionado, vitro + lavadora calentando + secador de pelo, etc. La clave es conocer tu potencia y evitar encender muchos aparatos potentes al mismo tiempo si la suma excede lo contratado. Si descubres que en tu rutina diaria rara vez usas simultáneamente ciertos equipos, tal vez puedes organizarte para que no coincidan y así permitirte una potencia contratada menor.

Ejemplo práctico: Supongamos que actualmente tienes 5 kW contratados y nunca te salta el ICP. Te planteas bajar al siguiente escalón estándar (por ejemplo, ~4,0 kW o 3,45 kW, según las opciones disponibles). Con 3,45 kW, si en verano enciendes un aire acondicionado de ~1500 W junto a dos placas de vitrocerámica (pongamos otros ~2000 W sumando ambas), estarías demandando ~3,5 kW, que supera ligeramente tu nuevo límite. Probablemente la luz no se cortaría al instante, pero si mantienes esa combinación el contador acabará cortando el suministro al cabo de un rato. Si además se te ocurre poner el microondas un minuto, que añade ~1000 W extra, excederías en mucho la potencia contratada y el corte sería prácticamente inmediato. Este ejemplo muestra que bajar de 5 kW a 3,45 kW requeriría cambiar hábitos, evitando usos simultáneos de ciertos aparatos. Si esto te resulta inviable (porque necesitas usar sí o sí esos equipos a la vez), entonces no te conviene reducir la potencia.

Recomendaciones prácticas para ajustar la potencia contratada

Calcula la potencia mínima que necesitas: Haz un recuento de los aparatos que tienes y de cuántos usas simultáneamente en momentos pico. Suma sus potencias (usando la tabla orientativa arriba como guía) y añade un pequeño margen de seguridad. Esa debería ser la potencia contratada recomendada para ti. Por ejemplo, si en el peor de los casos enciendes a la vez el termo eléctrico, la vitrocerámica y el aire acondicionado y eso suma ~4 kW, contrata algo en ese entorno (3,9 o 4,4 kW según disponibilidad). No tiene sentido pagar de más por kilovatios que nunca utilizas, pero tampoco quedarte corto. Recuerda que cada kW contratado de más supone un coste fijo importante al año, así que optimizar la potencia ahorra dinero. En España, la mayoría de viviendas pueden funcionar con ~3–4 kW sin problemas si no tienen sistemas eléctricos muy grandes.

Ojo con los consumos simultáneos: Identifica qué combinaciones de electrodomésticos pueden hacerte sobrepasar el límite. Algunos aparatos aislados nunca harán saltar el ICP por sí solos (una tele, un frigorífico, etc.), pero la combinación de varios potentes sí. Evita encender a la vez dos o más de los equipos de mayor consumo (por ejemplo, horno + calentador + aire acondicionado + secador). En la práctica, escalonar usos puede ser tan sencillo como no conectar todo “a la vez”. Planifica: puedes cocinar primero y luego poner la lavadora, o esperar a terminar de planchar antes de encender el aire acondicionado fuerte. Si convives con más personas, tendréis que coordinar el uso de aparatos para que la demanda máxima no supere la contratada. Estos buenos hábitos de consumo no solo evitan cortes de luz, sino que también reparten la energía en el tiempo y pueden reducir el importe de tu factura (aprovechando tramos horarios más baratos, si los hay). Y si aun organizándote constantemente te salta el automático, es señal de que necesitas contratar más potencia.

Monitoriza tu consumo en tiempo real: Una ayuda muy útil es disponer de algún medidor de consumo instantáneo. Hoy día, con los contadores inteligentes, existen maneras de ver cuánta potencia estás usando en cada momento. Por ejemplo, algunas aplicaciones móviles se pueden conectar a tu contador digital para mostrarte la demanda en tiempo real. Incluso hay apps que leen el parpadeo del LED del contador (que emite pulsos proporcionales al consumo) usando la cámara del móvil. Las compañías eléctricas también ofrecen herramientas: por ejemplo, la app “Ahorra en Luz” de EDP o la “Curva de carga” en los portales de distribuidoras, que te permiten visualizar tu consumo horario casi en directo. Además, puedes instalar enchufes inteligentes con medidor o equipos de monitorización en tu cuadro eléctrico que te indiquen los kW instantáneos. Toda esta información te servirá para detectar picos de consumo y saber en qué momentos o con qué aparato te aproximas al límite. Así podrás tomar decisiones informadas, como apagar algo antes de encender otra cosa, o comprobar qué tanto margen real tienes con cierta potencia contratada.

¿Cuándo conviene mantener o subir la potencia?: Reducir la potencia contratada solo conviene si, tras lo anterior, verificas que no vas a superar el nuevo límite en condiciones normales de uso. Si ya estás en un valor ajustado y has tenido amagos de corte, quizás lo prudente sea mantener la potencia actual. Y si sufres cortes de luz frecuentes por enchufar “lo de siempre”, claramente necesitas subirla. También deberías plantearte subir la potencia si vas a incorporar nuevos electrodomésticos de alto consumo (por ejemplo, instalar aire acondicionado donde antes no tenías, comprar un termo eléctrico más grande, un cargador de coche eléctrico, maquinaria en un pequeño negocio, etc.). Cualquier incremento significativo de demanda puede requerir contratar más kW para evitar problemas. Ten en cuenta que aumentar potencia tiene costes (hay que abonar derechos a la distribuidora por cada kW adicional, en torno a 45-50€ por kW, y posiblemente actualizar el Boletín Eléctrico si tu instalación no soporta más carga). Bajar la potencia también tiene un pequeño coste administrativo (~10-11€ una vez), pero si luego tienes que volver a subirla, acabarás gastando más. Por eso, decide con calma y fundamentos. La mejor potencia contratada es la que te permite vivir y trabajar cómodamente sin saltos de luz, a la vez que minimiza el pago fijo por algo que no usas. Encontrar ese equilibrio te dará tranquilidad y ahorro.

Bajar la potencia contratada puede ser una medida de ahorro muy eficaz, siempre que se adapte a tu perfil de consumo. Antes de hacerlo, infórmate de tus necesidades reales: conoce los kW que demandan tus aparatos, cuándo los utilizas y cuánto suman juntos. Si con una potencia inferior vas a poder seguir con tu rutina sin sobrepasar el límite (o estás dispuesto a no encender tantos equipos a la vez), no deberías tener problemas de cortes – en tal caso, adelante con la bajada para pagar menos en tu factura. Por el contrario, si anticipas que con menos kW “te saltarán los plomos” a la mínima, quizá convenga esperar, mejorar la eficiencia o incluso invertir en electrodomésticos más eficientes antes de reducir potencia. Y si ya estás al límite, no lo dudes: la comodidad y la seguridad de tu suministro eléctrico valen más que el pequeño ahorro de tener menos potencia. Ajusta la potencia a tu consumo responsablemente y utilízala de forma inteligente; así disfrutarás de energía suficiente sin sobresaltos ni facturas infladas. ¡Tu cuadro eléctrico (y tu bolsillo) te lo agradecerán!

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